A los 90 años de ‘Euzkadi Roja’, periodismo al servicio de la clase obrera

A los 90 años de ‘Euzkadi Roja’, periodismo al servicio de la clase obrera

Con la llegada de la II República, el Partido Comunista de España, que había pasado gran parte de su corta existencia en la clandestinidad por la dictadura de Primo de Rivera, recupera su legalidad. Esto supondrá la reorganización de su estructura, la llegada de nuevos militantes y la aparición de sus primeros medios de difusión. En Euskadi, tras dar carpetazo a unas primeras publicaciones provinciales como la vizcaína ‘Bandera Roja’ y algunas otras de las que apenas queda información, la Federación Vasco-Navarra apuesta por elaborar un medio impreso más elaborado: el ‘Euzkadi Roja’.

Es difícil encontrar en la portada de su primer número, con el gran titular “¡Obreros: en pie contra la reacción y el fascismo!”, la épica que arrastrará la que fue una de las publicaciones comunistas más serias y atractivas de su tiempo en lengua castellana. Aún así, en ese ejemplar que vio la luz un 25 de marzo de 1933, ya se encuentra la esencia que le acompañara sus más de dos décadas de vida: compaginar su labor como órgano del Partido y la de altavoz de las reivindicaciones de los trabajadores vascos.

En pocas semanas, pasó de ser un medio netamente guipuzcoano, con la redacción en pleno casco viejo donostiarra -calle Puerto 7-, al portavoz del conjunto de los comunistas vascos. De hecho, a partir del número 10, el semanario acompañará a su ya mítica mancheta la frase “órgano en Euskadi del Partido Comunista SE de la IC” introduciendo información llegada de Vizcaya. Aún así, en esta primera época, dada la fuerza y militancia existente en la provincia guipuzcoana, son municipios como Irún, Tolosa, Rentería, Billabona, Pasajes o Eibar los que aparecen con más asiduidad. Normalmente, la información que aparece de ellos tiene que ver con conflictos laborales y denuncias sindicales. No por nada el periódico se definía también como “Portavoz de los sindicatos revolucionarios’ y tenía un par de secciones fijas que se denominaban “La voz de las fábricas, empresas…” y “Acción obrera y campesina”.

Número a número, la publicación va cogiendo peso y aumentando el número de corresponsales en pueblos y fábricas, llegando hasta territorio navarro. La redacción, dirigida por Ricardo Urondo, cambia a la calle Arroca del barrio de Amara, donde estaba situada la imprenta ‘Editorial Moderna’ de la que salían los ejemplares. En sus cuatro páginas, se puede seguir la actualidad política vasca, nacional y europea, haciendo especial hincapié en los logros de la Unión Soviética y en el auge del nazismo que se vivía esos años. Tampoco escapaban de sus páginas los apasionados debates entre nacionalistas y partidos obreros, que se daban a través de los editoriales y artículos de los periódicos de cada ideología. Todo bajo ese cariz irónico y hasta humorístico que impregnaba la prensa del momento, en el que opinión e información se mezclaban en los artículos periodísticos sin complejos. Reforzando esa imagen, aparecieron las primeras ilustraciones, caricaturas y tiras cómicas, que serán acompañadas más tarde, a finales de 1935 y a cuentagotas, por fotografías de actualidad.

Evidentemente, en esta primera época como en el resto de su historia, ‘Euzkadi Roja’ no oculta que es un órgano de un partido político y, por ello, es utilizado como altavoz de los informes del Partido Comunista, pero también como medio para comunicar a sus militantes las reuniones y, algo mucho más extraño hoy en día, las expulsiones: publicándose los nombres y apellidos de aquellos que dejaban de pertenecer al PCE, explicándose sin tapujos las causas.

Tras Urondo, la dirección de ‘Euzkadi Roja’ recaerá en el dirigente comunista Ramón Ormazábal, quien será su principal referente durante casi dos décadas. Junto a ambos, en estos primeros años, en sus páginas aparecen firmas como las de Jesús Larrañaga, Agustín y Sebastián Zapirain, Leando Carro, Aurelio Aranaga, Ricardo Castillote, Julián Antonio Ramírez Hernando, Tomás Fernández, Urizar, Ángel Santamaría, Anton de Amaya, Mariano Lucio… y otras tantas que bajo seudónimos como ‘proletario’, ‘arrantzale bat’, o ‘un cartero’ escondían las denuncias y avisos que trabajadores vascos hacían llegar al semanario y que redactores como Marcelo Usabiaga daban forma. Una mezcla, en definitiva, de periodistas vocacionales, jóvenes militantes y lectores implicados.

Nacimiento del EPK

Como es obvio, la historia de ‘Euzkadi Roja’ camina paralela a la de su organización política y a la del propio país. Así, con el nacimiento, en diciembre de 1935, del Partido Comunista de Euskadi como tal, se da una nuevo impulso al semanario, que estuvo a punto de desaparecer a finales de 1934. Se comienza una nueva numeración, se define el semanario como «órgano del Partido Comunista de Eukadi» y se logra aumentar, puntualmente, el contenido hasta las seis páginas. También se amplian las secciones en euskera, las corresponsalias y la información estatal, que va ganando peso conforme aumente la tensión entre los bloques de izquierda y derecha. Aunque la sede central se mantiene en Donostia, el periódico abrirá oficina en Bilbao, aumentando el peso de la información procedente de Vizcaya.

Lo que no varíara en esta ‘segunda época’ será el precio -15 céntimos- y la aparición de los censores. Como se podía leer en los ejemplares, su publicación estaba sujeta «a la previa censura», que solía aparecer en forma de grandes cuadrados y rectángulos negros que ocultaban la información suprimida. Todo avalado por la Ley de Orden Público de 1933, que tuvo su ­momento más álgido tras la Revolución de 1934, cuando la cabecera fue suspendida (1). Cierre del que no se recuperó hasta el ya referido diciembre de 1935.

Si bien la convulsión política del momento ayudó a que publicaciones como ‘Euzkadi Roja’ aumentara su tirada, lectura y trascendencia social -el propio semanario informaba de logros como la tirada de segundas ediciones tras agotar la primera, o el eco que en otros medios tenían sus noticias-, la realidad es que a punto estuvo de desaparecer tras el golpe de Estado y posterior inicio de la guerra civil. En parte, por una curiosa apuesta de los republicanos guipuzcoanos por el periódico unitario ‘Frente Popular’ que dirigiría el comunista Ricardo Urondo; y, en parte, por la toma de Donostia por las tropas fascistas en septiembre de 1936.

De Donostia a Bilbao

Tendrá lugar, así, el primer peregrinaje de la redacción de ‘Euzkadi Roja’, el más sencillo si lo comparamos con los que tendrán lugar posteriormente. La llegada a Bilbao, un 22 de septiembre de 1936, marcará, paradójicamente el inicio de la época dorada para el semanario. Semanario que dejará de serlo en diciembre, cuando pasará a una periodicidad diaria y a ocho páginas de contenido, codeándose con el resto de la prensa vizcaína.

Será en su sede de la calle Ledesma y las posteriores de Buenos Aires y Gran Vía donde viva sus mayores éxitos periodísticos y de tirada. De los 15,000 ejemplares de noviembre pasa a 25.000 en diciembre, 34.000 en enero y 48.000 en junio de 1937. A alcanzar estos números ayudará su distribución no solo en Euskadi, sino también en Cantabria y Asturias, lugares donde era el medio referencia de comunistas y milicianos. Así lo podemos encontrar en los cientos de encargos, suscripciones o peticiones que se conservan de esta época. Y era, precisamente, la de la distribución una de las tareas más costosas y determinante a la hora de garantizar la supervivencia del periódico.

Por cierto, que esas grandes tiradas eran posibles también por la rotativa que dispuso en aquellos meses, incautada al diario golpista ‘El Pueblo vasco’ y en la que también imprimían ‘Tierra vasca’ o ‘Unión’, entre otros.

Como ya hemos comentado, aunque el conflicto bélico ayudaba a aumentar la tirada y el eco de ‘Euzkadi Roja’, también acarreó duras consecuencias para la cabecera. Por un parte, la mitad de los empleados fueron llamados a filas, lo que obligó a la dirección liderada por Ormazábal a pedir aplazamientos de incorporación que permitieran seguir ejerciendo su profesión a una minoría de redactores, diseñadores, fotógrafos y trabajadores de las imprentas. Un ejemplo de este drama lo encontramos en el número del 27 de abril de 1937, donde se hace referencia a la muerte en el frente de Félix García, un trabajador de los talleres desde la primera época guipuzcoana, tras ser llamado a combatir.

Por otra parte, el empobrecimiento que provocaba la guerra hacía que aunque el periódico se seguía leyendo, esta práctica se realizaba en grupo más que individualmente, bajando las ventas. De hecho, en algunos lugares, sobre todo entre los batallones, se distribuía gratuitamente.

Para hacer frentes a los gastos que suponían este ‘Euzkadi Roja’ diario, a las nuevas secciones de agenda cultural, hemeroteca, esquelas o deportes, se sumó la aparición de publicidad privada. Esta es la única época del periódico en el que se pueden encontrar anuncios de bares, talleres, sastres, ópticas o clínicas.

Otra de las secciones destacadas en este tiempo era la de ‘Euzkadi Roja en la retaguardia’, ‘Convocatorias, llamamientos y presentaciones’ con avisos a los radios (agrupaciones) del partido y sobre reuniones de sindicatos; y la del ‘Buzón del miliciano’, en la que se recordaban a soldados muertos, se preguntaba por los desaparecidos o se publicaban cartas de ánimo llegadas de todo el territorio español.

De Euskadi a Euzkadi.

Es en estos tiempo, también, cuando la ilustración de la mancheta se modifica: la ‘s’ de ‘Euskadi Roja’ da paso a la ‘z’ de ‘Euzkadi Roja’. Este hecho, que en determinados momentos tantos debates produjo, ya se había modificado casi desde un inicio en el interior del periódico, siendo generalizado que el resto publicaciones hicieran referencia al nombre de ‘Euzkadi Roja’. No varía el primitivo encabezamiento de “¡Trabajadores de todos los países: uniós! ¡Erri guzietako langileak, alkartu!”

El contenido, como es lógico, está enteramente dedicado a la guerra, con números históricos como los que cuentan los bombardeos sobre pueblos vizcaínos o la defensa de Bilbao.

Precisamente, la toma de la ciudad vasca por parte del Ejército fascista obligó a un nuevo paréntesis en la publicación, retomándose en Barcelona en enero de 1938 con una nueva numeración perteneciente a la que denominaron ‘cuarta temporada’.

Como se explica en ese primer número del 11 de enero en un pequeño editorial, ese nuevo silencio de ‘Euzkadi Roja’ se debió a que su personal, como integrantes del PCE. hubo de seguir luchando en los frentes de Santander y Asturias. Solo cuando esas zonas caen también en manos fascistas viajarán hasta Cataluña y podrán volver a dar vida al periódico, con la misión de “unir a todo el proletariado vasco” y todos los antifascistas en torno al Frente Popular.

Edición catalana.

La realidad es que la edición catalana tampoco pudo asentarse en el tiempo, a pesar de la calidad del contenido, del diseño y de la impresión, que siguieron conformando la publicación comunista más importante del Estado junto a Mundo Obrero, superando en algunos números la calidad de ésta. Para la intrahistoria queda que en ese primer número catalán se define como “ Órgano del Comité Central del Partido Comunista de Euskadi”, dirección que tuvo en tiempo su sede en la Ciudad Condal.

A pesar de la lejanía geográfica y la dificultad de recibir noticias, el contenido principal de estos números, reconvertido en semanario que se vendía a 30 céntimos, también está dedicado a Euskadi: refugiados, aniversarios, dirigentes, participación en otros frentes, etc.

Como hemos dicho, la etapa catalana, en la que la redacción tuvo dos sedes -calle Cortes y calle Balmes-, fue breve y no pudo siquiera llegar al año 1939. Con su fin, también se cerró la etapa continuista de ‘Euzkadi Roja’, dando paso a una década marcada por la clandestinidad, el exilio y la dificultad para llevar adelante el proyecto comunicativo, que seguía teniendo a Ormazábal como dirigente.

Así, en la década de los 40, ‘Euzkadi Roja’ fue un reflejo de la situación que vivía, por una parte el Partido Comunista de Euskadi, y por otra la clase trabajadora vasca: heroica lucha clandestina en el interior y exilio en Francia y, en menor medida, en América Latina.

En plena II Guerra Mundial y durante la época en la que el PCE impulsó la Unión Nacional Española en un intento de unir a la oposición antifranquista, las células que funcionaban en las tres provincias fueron capaces de publicar y distribuir varios números de ‘Euzkadi Roja’. Dadas las dificultades de movimiento, de establecer contactos y de las continuas detenciones, algunas de estas ediciones no pasaban de ser números sueltos sin continuidad temporal o , incluso, ediciones locales, creándose, en ocasiones, una en Guipúzcoa, más elaborada, y otra en Vizcaya o Álava, con muchos menos medios.

Ediciones del interior.

Durante estos años, hay constancia de que José Izaguirre Horna, con una máquina de escribir que se encontró, pasaba a los originales que le mandaban los miembros del Comité Regional de PCE, para luego hacerlos llegar a los encargados de hacer la tirada del periódico (2). Para este fin, la organización contaba con una multicopista. La publicación, que esos años se centraba en informar de la II Guerra Mundial, en denunciar las penurias de las familias vascas y de trasladar los informes del Partido llegados de Francia, se vendía a 25 céntimos. Ese precio se incrementó con el paso de los años, ya que en los ejemplares de 1946, que aparecerán bajo el subtítulo de “Órgano del CN del PC de Euzkadi” el precio era de 50 céntimos. A pesar de las dificultades, se logró publicar decenas de números en el interior, en alguna época con periodicidad mensual y con cierta respuesta social. Así lo confirma el hecho de que en el número 13 de enero de 1947 se dé cuenta de haber recibido 7,842 pesetas “de las masas” para sacar ‘Euzkadi Roja’ a la imprenta.

Mientras, en Vizcaya, el responsable de la publicación era Justo Heras Pérez, que acabaría escapando a México a finales de los 40. La publicación era repartida esos años por un grupo de militantes de Recaldeberri, entre los que cabe recordar a Alfonso Boada, Antonio Benito López y Francisco Martín Pardo. De la dificultad de elaborar y distribuir este tipo de prensa clandestina nos hablan los ejemplares que han llegado hasta nuestros días. Más concretamente de un par de ellos del año 1947 editados en Bilbao, apenas de cuatro páginas, escritos a mano y con dibujos en vez de fotografías. El precio de venta en este caso era de 1 peseta.

También se tiene constancia de que en Vitoria, con una pequeña infraestructura humana dirigida por Juan José Ruiz de Gauna, se editaba un pequeño ‘Euzkadi Roja’ local, que llegó a ser quincenal a mediados de esa década (3).

Tres años en Francia.

Con mayores medios contó la edición que se publicó en París entre los años 1946 y 1949, que aunque también logró traspasar fronteras y llegar a España, América o norte de África, tuvo su principal público en los trabajadores exiliados en el sur de Francia. Su calidad, diseño y contenido no tenían nada que envidiar a Mundo Obrero. Aún más, durante esta época, se convirtió en una publicación mucho más atractiva que la cabecera ‘madre’.

Tuvo su sede en la Avenida Mathurin- Moreau de París, en la que trabajará el grupo de comunistas que conformaba por aquel entonces la dirección del Partido. Militantes como Francisco Zalacaín, Jesús Boneta, Cristobal Errandonea, Leandro Carro, Luiz Zapirain, Jesús Martínez Arestizabal o Ormazabal, que en su mayoría acababan de llegar de México, donde se habían encargado de publicar ‘Alkartu’, una especie de ‘hermano pequeño’ de ‘Euzkadi Roja’ editado en América como boletín del Partido Comunista de Euskadi.

El semanario se distribuía, además de en París, en ciudades como Montauban, Pamiers, Toulusse, Agen, Burdeos o Mauleon, llegando a tener bastante aceptación entre militantes y exiliados en general, que organizaban tómbolas para recaudar dinero y poder pagar así la imprenta. De hecho, tuvo un enorme éxito una campaña lanzada en agosto de 1947 bajo el nombre de la ‘Semana de Euzkadi Roja’, que llevó a diferentes localidades mítines y actividades culturales organizadas por la publicación, que buscaba dar a conocer el periódico e incrementar su tirada hasta los 4.000 ejemplares. En ese intento de implicar al conjunto de la militancia en el proyecto y de agradecer a quienes realizaban mejor labor de difusión, en bastantes números se recogen felicitaciones a quienes conseguían vender más ejemplares, como el caso de la que hace referencia a Julian Goitia, un comunista de Toulousse que distribuía 30 semanalmente.

Además de informar de la realidad que vivían las familias vascas en el interior o la de los propios exiliados en Francia (como las crónicas que realizaba José Luis Lejonagoitia), el principal objetivo de la publicación seguía siendo el de trasladar las propuestas y las denuncias del Partido Comunistas de Euskadi y del PCE en unos tiempos en los que no era fácil que llegara esa información a los propios militantes. Es curioso, por ejemplo, leer cómo varias células de militantes vascos en Francia tomaban parte en un concurso político de interpretación de artículos que organizó ‘Euzkadi Roja’ en un intento de incrementar la formación interna.

Como a lo largo de toda su historia, también tuvo sitio el euskera en este edición francesa, sobre todo en las secciones ‘Euskel Atala’ y ‘Ziriketak’, con artículos que iban desde lo político a lo cultural o a las tradiciones vascas, y de las que se solía ocupar Francisco Zalacaín, una de las referencias culturales del Partido.

Pero a pesar de su éxito y calidad, también fue corta la existencia de esta edición francesa, que tuvo en el 116 su último número, publicado en octubre de 1949. Para entonces, la periodicidad había pasado a mensual, con una paginación que variaba entre cuatro y seis hojas, recayendo la dirección en Martínez Arestizabal. En este abrupto final tuvo mucho que ver la decisión del Gobierno francés -siendo ministro del Interior el socialista Jules Moch- de ilegalizar al PCE, prohibir sus reuniones y todas sus publicaciones, lo que imposibilitaba, de facto, imprimir ‘Euzkadi Roja’ de forma legal.

Últimas ediciones.

Aún así, este hecho no supuso el final de ‘Euzkadi Roja’, ya que hasta el cierre definitivo de la cabecera en 1957 con la aparición de ‘Euskadi Obrera’ como órgano del Partido Comunista de Euskadi, se siguió editando números, aunque con un diseño mucho más sobrio – artículos mecanografiados a texto corrido, sin fotografías ni dibujos- y con un contenido marcado por aniversarios políticos y comunicados de la propia organización.

Con un formato folio de ocho páginas que se vendía a 1 peseta, algunos de estos números, como el aparecido en febrero de 1955, se publicaron íntegramente en euskera. En esta época, la periodicidad fue mensual, teniéndose constancia de números desde el año 1952 a 1956 con un formato similar. Aunque algunos de ellos pudieron ser impresos en Francia, el público al que se dirigía era básicamente el de interior, destacando en todas sus portadas un aviso llamando a escuchar la gran apuesta comunicativa del PCE en esos años: Radio España Independiente, informando del horario y de la frecuencia de onda corta.

Alkartu.

De forma paralela a las ediciones de interior y francesas, en México, la delegación del Partido Comunista de Euskadi logró publicar varios boletines, que trataban de hacer llegar a la diáspora comunista de todo América Latina. El ya referido ‘Alkartu’, dirigido por Secundino Ortega desde México DF, que tenía formato periodístico y se publicó de forma semanal desde 1942 a abril de 1946, dio paso a un más sencillo ‘Boletín del Euzkadi Roja’, que se publicará también en los años 50, con una tirada inicial que rondaba los 500 ejemplares.

En resumen, ‘Euzkadi Roja’, que en esos 25 años de vida resurgió una y otra vez de sus cenizas cual Ave Fénix, merece ser leída de nuevo hoy, 90 años después de su primer número, para poder entender y no olvidar lo sucedido en los años más oscuros de la dictadura franquista. Frente a ella y junto a los trabajadores vascos se mantuvo heroicamente este referente comunicativo histórico del Partido Comunista de Euskadi. Organización política, por cierto, muy prolífica en publicaciones, como podemos ver con los casos de ‘ERI’, ‘Arragoa’, ‘Aurrera’, ‘Euskadi Obrera’, ‘Herri eta Kultura’, ‘Mujer’ o ‘Hemen eta Orain’, por citar algunas de ellas.

Eduardo Mayordomo

(1) Carlos Colina Vitrián. ‘El papel de los diarios de difusión nacional en la Revolución de Asturias de 1934’.

(2) Los años de plomo. La reconstrucción del PCE (1939-1953).

(3) Dictadura y desarrollismo. El franquismo en Álava. Antonio rivera (director).

Comunciación EPK

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