-¿porque rechazamos los presupuestos?
1-Ante una crisis coyuntural pero de grandes dimensiones, no aprovechan la capacidad que tiene el Gobierno para disponer de los recursos necesarios para combatir el impacto de una crisis de envergadura.
Es una renuncia que va a tener consecuencias sobre los sectores populares y las capas más vulnerables de la sociedad, que son quienes más necesitan de la utilidad de las políticas y los servicios públicos.
El gobierno tenía capacidad vía déficit de disponer de más de mil quinientos Millones de euros adicionales para respaldar los sectores económicos que están sufriendo, para combatir la pérdida de puestos de trabajo y para reforzar de verdad servicios públicos, en especial sanidad y educación.
Pero también para cubrir desde lo público una necesidad social que ya no se puede seguir relegando al ámbito de lo privado como son los cuidados, sin los que la rueda económica no podría girar y que siguen recayendo sobre las mujeres.
2-El Gobierno habla todos los años del peso que tienen en los presupuestos la sanidad, la educación o la protección social. Es que son las principales materias competenciales para el ejecutivo, no puede ser de otra forma. Lo que no dicen cómo funciona, y que no compartimos es el modelo. Como se utiliza ese dinero en esos ámbitos.
Tenemos la educación privada más subvencionada de todo el Estado y de toda Europa, mientras escuelas públicas tienen que andar pidiendo cubrimientos de patios para que no se mojen los chavales. O que han tenido que ver la estafa de los comedores escolares que ha costado millones a familias y arcas públicas.
Tenemos una sanidad pública sustentada en una temporalidad laboral desorbitada y unas condiciones de trabajo que llevan más de diez años sin renovarse. Con servicios esenciales privatizados como las ambulancias y emergencias, por no hablar de las derivaciones en intervenciones y por supuesto multitud de servicios como mantenimiento, limpieza, lavandería etc…
Un modelo que supone beneficio para empresas de servicios cada vez menos especializadas, que supone precariedad laboral y que supone degradación paulatina de la sanidad pública.
Y Unos presupuestos que en materia de protección social siguen manteniendo recortes que se pusieron en marcha en la anterior crisis y que afectan a los más golpeados del sistema. A quienes mayor protección necesitan.
3-Son unos presupuestos que siguen negando la posibilidad de la necesaria reforma fiscal. Algo que para nuestro grupo es sangrante. No tanto por la necesidad de recaudación, sino sobre todo porque en los últimos años y con el modelo fiscal del PNV, acordado con PSE y también con el PP, las diferencias entre las rentas del capital y las rentas de trabajadoras y trabajadores no han hecho más que aumentar.
Esto era grosero e inaceptable antes de la pandemia, y es más grosero con la crisis pandémica. La crisis no debería llevarnos a posponer ese debate, al contrario, lo hace más necesario que antes.
Un modelo impositivo que agranda la brecha entre la clase trabajadora y los capitalistas, es un modelo injusto que no cumple su papel de redistribución de la riqueza.
Los presupuestos, con el modelo de gasto e inversión pública que se práctica, tampoco cumplen su papel de garantes de la igualdad en las condiciones de vida material de la sociedad.
Ambas cosas, juntas, chocan frontalmente con esa expresión que se nos traslada tantas veces, “todos tenemos que remar como en la trainera”, pero este modelo en su conjunto, más que una trainera se parece a una galera romana. Unos reman, otros marcan el ritmo y los menos disfrutan de la brisa.
