Intervención Social es un sector que en Álava da empleo a unas 1.000 personas y que se dedica a cuidar y sostener la vida de las personas que el Sistema Capitalista ha excluido de la sociedad, y las cuales sufren las consecuencias más salvajes de dicho sistema. Hablamos de profesionales como Educadoras Sociales, Psicólogas, Trabajadoras Sociales, Personal doméstico, Psicopedagogas, Integradoras Sociales, Terapeutas, etc. que trabajamos con personas que se ven privadas de libertad, personas drogodependientes, personas con diversidad funcional, personas que se encuentran en riesgo de exclusión social, mujeres víctimas de violencias machistas, menores que han nacido en familias negligentes y las cuales no se pueden hace cargo de ellas, etc. Son personas que el Sistema Capitalista no considera “productivas” y como consecuencia las condena a la exclusión social y por ende a ser apartadas de la sociedad. Esto a su vez tiene como consecuencia que el Sector de Intervención Social no sea conocido y apenas reconocido el trabajo de desempeñamos las trabajadoras en nuestras jornadas laborales.
Como he mencionado anteriormente las trabajadoras de este Sector nos dedicamos al cuidado y al sustento de estas personas, por lo que al tratarse de un trabajo de cuidados… Efectivamente, estamos hablando de un sector feminizado, por lo que haciendo mención a una de nuestros lemas de la lucha “sector feminizado, sector precarizado”. Y es que nos enfrentamos a unos turnos de trabajo que no facilitan la conciliación familiar, donde las dobles jornadas de trabajo (casa+ puesto de trabajo) se hacen latentes, donde las medidas sociales que hay vigentes en el convenio actual no tienen en cuenta modelos nuevos de familia, etc.
Temporalidad, rotatividad e imposibilidad de conciliar
Además de ello, nos enfrentaos a niveles altos de temporalidad, rotatividad y de flexibilidad horaria en ciertos recursos y/o empresas. Y sí, habéis leído bien, una se piensa que al tratarse de Servicios Sociales la gestión debiera depender directamente de las Instituciones Vascas, pero no. A día de hoy en Araba todo está gestionado por varias empresas, otra razón de más para hablar de la precariedad del sector, ya que al estar en manos de empresas que por mucho “sin ánimo de lucro” que se consideren, al final tienen una visión empresarial y están dentro del sistema productivo del Capitalismo. Y es que estos servicios tendrían que ser 100% servicios de carácter público gestionados directamente por las Instituciones Vascas.
Tras una pandemia que ha dejado ver la precarización del sector y en la que se nos ha considerado esenciales, pero tras la cual no hemos tenido ningún reconocimiento como profesionales, más allá de los cambios de puestos de trabajo sin justificación alguna, dobletes de turnos, bajas por depresión y ansiedad, hacer frente a los contagios en los recursos residenciales… Comenzaba hace año y medio la negociación del III Convenio Colectivo de Intervención Social de Álava.
Una negociación, que está siendo larga y tensa dentro también de la parte sindical. Desde los diferentes sindicatos lo que se ha pedido son ciertas mejoras sociales que permitan mejorar la calidad de vida de las trabajadoras, así como una subida salarial que tenga en cuenta la subida del IPC.
La patronal, en este caso AISA, en un primer momento dijo que no podía asegurar dicha subida si las Instituciones Vascas no financiaban más a los distintos programas y/o recursos. Y luego, nos trasladó que si el IPC sube por encima del 11,5% entre los años 2021 y 2014, no habrá actualización en tablas más allá de este límite, además de poner pegas a algunas de las medidas sociales que se proponían desde la parte sindical.
Es por ello, que las delegadas y la parte sindical de este sector ha decidido plantarse y realizar dos días de huelga en el Sector. El 22 de junio, como ya lo hicimos el 17 saldremos a la calle.
¡Estamos cansadas
• de que se nos invisibilice constantemente y no se reconozca nuestro trabajo!
• de que se nos esté privatizando un sector que tendría que ser 100% público!
• tras una pandemia que ha puesto en juego nuestra salud física, pero también psicológica y que no se nos reconozcan nuestros riesgos psicosociales!
¡Queremos un convenio justo y hasta lograrlo, seguiremos luchando!